Sunday, April 26, 2020

Como anillo al dedo


Ha pasado casi un mes desde que López Obrador dijo que la pandemia del COVID-19 le había caído “como anillo al dedo”, pues esto significaría afianzar el tan anhelado cambio que ha promovido desde hace más de 18 años. Y sí, la pandémica le vino como anillo al dedo. ¿Por qué? El presidente ha construido su popularidad y retórica a lo largo de los años culpando al pasado, al modelo neoliberal, al capitalismo rapaz, a la mafia en el poder. Se ha adueñado del discurso fácil engaña bobos para presentarse como la esperanza mexicana con remedios mágicos. Durante sus tres campañas presidenciales no se cansó en mencionar que él tenía la solución a todos los problemas y que cuando llegara acabaría con la corrupción y por lo tanto habría crecimiento económico, bienestar social, mejores condiciones de vida, disminuiría la violencia y un sinfín de etcéteras.

Si no ha podido hacer los cambios que prometió no es culpa de él ni de su estrategia, siempre hay un chivo expiatorio para justificar los malos resultados. Si la violencia no ha disminuido, es culpa del sexenio de Calderón (que mucha culpa tiene). Si la economía no ha crecido, es porque no han medido otros instrumentos que él sí toma en cuenta. Si los hospitales no tienen lo mínimo para atender a las víctimas, Peña Nieto y su gobierno corrupto fueron los culpables. Siempre hay un malhechor, siempre habrá alguien que no es él el que impide su transformación.

Hoy, su anillo al dedo se llama COVID-19 y le da todas las herramientas necesarias para justificar todos sus errores pasados y los que vienen. Hoy López Obrador y los suyos tienen los argumentos (pretextos) necesarios para justificar la nula efectividad de sus políticas. Él tenía buenas estrategias, pero la pandemia se interpuso. Él quería sacar a PEMEX del hoyo, pero el precio del petróleo a niveles internacionales se lo impidieron. Él quería acabar con la violencia, pero el cierre de negocios debido a la pandemia le negaron su sueño. Él quería  construir un aeropuerto, pero las aerolíneas quebradas gracias a la pandemia no dieron de su parte. Él quería un INSABI de primer mundo, pero la saturación de los hospitales por la pandemia le frenó de cumplir con el pueblo bueno. Él quería y quería, pero el mundo entero y una pandemia se interpuso. Hoy más que nunca López Obrador tiene todo a su favor para demonstrar que él no es culpable de nada.

Sí, la pandemia le ha caído como un gran respiro. Semanas antes las mujeres se habían levantado en contra de su gobierno. El país está enfrentando los peores índices de violencia de la historia reciente, la economía va en picada. PEMEX está más que muerto. Las remesas dejaron de fluir como lo hacían antes. El desempleo está por los cielos. No hay dinero para sus programas sociales. Se acabó el presupuesto en pocos meses. La corrupción simplemente no disminuye y por el contrario, se afianza en el gobierno federal. Por lo tanto, desviar la atención al COVD-19, mantenernos en alerta constante para no infectarnos, ha sido una inclinación más que afortunada para él y los suyos. Mover la agenda de medios a un solo tema, le vino como anillo al dedo pues hoy ya no hay mujeres que le reclamen por la violencia ni burócratas que se quejen por los despidos. Hoy toda la atención está muy lejos de los problemas que no había podido resolver. Es por esto que sí, la pandemia le cayó como anillo al dedo pues hoy las piezas se han ajustado para darle todas las excusas para los siguientes 4 años de debacle nacional. 

Hoy la 4T tiene al mejor aliado en un virus mortal que ha petrificado al mundo entero, pero que al presidente lo tiene más que conmovido, pues cayó en el momento perfecto cuando el gobierno parecía empezar a caerse en pedazos. 

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